Al leer el texto, todavía recuerdo cuando era chica y no podía entender como mis padres no aprendían a usar algo tan simple como la video-cassettera... y yo les decía: ¡Es tan fácil!.
Hoy me encuentro en la situación inversa. Soy yo la que no entiendo muchas cosas, o más bien, no me adapto a los cambios, a la evolución tecnológica y tengo que escuchar que se dirijan a mi diciendo: ¡Es tan fácil!.
El gran tema no es la facilidad del acceso, sino la necesidad. Es real que el 95% de los chicos utilizan medios informáticos de comunicación y pasan muchas horas conectados, quiere decir entonces que esa es un área que les interesa ¿O acaso alguien puede negarlo? ¿Que padre no ha tenido que llamar 20 veces a sus hijos para comer cuando están on-line?.
Reconozcamos, aunque nos cueste trabajo, que debemos abrir nuestras fronteras hacía las nuevas tecnologías, ya que es por ese medio y no por los tradicionales que hallaremos una forma de comunicarnos con nuestros alumnos fuera de lo conocido.
No dejemos que el miedo nos aparte de nuestro propio progreso. No permitamos que la falta de interés nos impida reconocer las nuevas formas de encuentro virtual...muchas veces una de las pocas que los jóvenes tienen.
Cuando el texto profesa: "Los educadores estamos llamados a aceptar nuestra misión de ser los orientadores de los destinos de nuestros pueblos", nos está invitando a participar acercándonos, a comprometernos aún con aquellas cuestiones que personalmente nos cuestan, a lidiar con nuestro apego a lo conocido, a generar el cambio y desestructurar las relaciones en pos de lograr educar y ser educados.